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Sin hogar ni lugar, de Fred Vargas
Traducción: Anne-Hélène Suárez Girard
Editorial Siruela ( Siruela/ Policíaca)
Colección: Nuevos Tiempos. 104
Páginas: 256
Faltan pocos minutos para que se cometa un cruento homicidio. El asesino, meticuloso, violento y calculador, acecha, ansioso, el momento de lanzarse encima de su víctima. Le falta únicamente que su títere, sin saberlo, comience con la función.
Los vecinos de un edificio situado en Nevers, donde una mujer está a punto de ser asesinada, observan como un joven , Clément Vauquer, con una maceta en la mano, lleva un buen rato contemplando la fachada del inmueble. Parece despistado y algo lunático, pero vigilante. Apariencias, sólo apariencias…
El plan del criminal se inaugura con éxito, y según lo maquinado por su mente enferma. Ha conseguido que todas las miradas se centren en Clément Vauquer, mientras él consigue su propósito: matar. El reloj de la venganza actúa de una manera siniestra, y a golpe de tijera.
Louis Kehlweiler, “el Alemán” -traductor literario desde hace años, aunque en otra época de su vida fue policía e investigador del Ministerio del Interior- lee la noticia del brutal asesinato sentado en un banco del parque. Su sapo, Bufo, le acompaña, mientras resopla.
Clément Vauquer aún no es consciente del lío en el que se acaba de meter; se podría decir que es un joven poco espabilado y con un leve retraso mental. Su vida ha sido difícil; lleva años sorteando toda clase de escalones demasiado pedregosos. En cuanto le tienden una mano, se refugia en ella, sin miramientos.
El teléfono de la casa de Clément vuelve a sonar, y por segunda vez le piden lo mismo. Le prometen, como en la primera ocasión, un puesto de trabajo, pero antes tiene que volver a llevar una maceta a una mujer, no sin antes esperar un tiempo prudente en la entrada de la casa. Clément Vauquer, dentro de su aparente magnánima inocencia, vuelve a aceptar el encargo de la voz embustera.
Los vecinos de este segundo edificio, también situado en Nevers, se fijan en un joven extraño que lleva un buen rato esperando en la acera con una maceta en la mano. Mientras tanto, un hombre con sed y hambre de vendetta se prepara para cometer otro asesinato. El telón se levanta, el homicida se destapa.
Clément Vauquer se da de bruces con la realidad cuando lee la noticia de los dos crímenes en el periódico. Comienza a atar cabos, y siente la trampa. Los vecinos han hablado de su significativa y aparentemente poco casual presencia en los dos lugares, con maceta en mano. La policía sospecha de él.
Clément necesita ayuda. ¿Quién podría socorrerle? Sólo se le ocurre una persona: su querida Marthe, una ex prostituta que cuando él era pequeño le enseñó a leer y escribir, además de darle mucho amor y cariño sincero. Marthe regenta una librería de libros de segunda mano en París.
Por fin, la encuentra: Marthe no cree que Clément, su niño, sea un asesino, y le ofrece su apoyo incondicional, aunque ella sabe que Clément va a necesitar mucha más ayuda que su fe ciega.
Marthe recurre a un viejo amigo, Louis Kehlweiler, “el Alemán”. Después de escuchar a Marthe, Louis no está muy convencido de la inocencia de Clément, pero a pesar de sus dudas acepta ayudar a Marthe, por la amistad que les une.
“El Alemán” y su inseparable Bufo viven en un cochambroso caserón con tres pintorescos compañeros (“los evangelistas”): su sobrino Marc, Lucien y Mathias. Los tres son historiadores- un medievalista, un estudioso de la Primera Guerra Mundial y un investigador de la prehistoria- que sobreviven como pueden, picoteando por aquí y por allá, y no haciéndole ascos a ningún trabajo. A los tres, además, les pierden los misterios. Y “el Alemán” les sirve uno en bandeja de platino.
“El Alemán” y sus tres mosqueteros se pondrán a investigar los asesinatos de las dos mujeres hasta que se topan con la sorprendente verdad. Con este descubrimiento la vida de Clément Vauquer dará un giro de 180 grados. ¿Verdad o mentira?
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