Lluís nos dejó un 20 de febrero de 2020, de manera inesperada, repentina, dejando un gran vacío. Su obra se mantiene viva, habla por él, se expresa nos acerca a ese creador innato llamado LLuís Bargalló, que no atendía a horarios, porque lo suyo era una dedicación, plena y vocacional, sin más miramientos.
No se le resistía ninguna técnica; es más, todas ellas se engrandecían con ellas.
Su trayectoria lo avalará, por los siglos de los siglos: contemplar su obra se asemeja a viajar a espacios nunca vistos y a momentos por los que el tiempo no pasa, porque son eternos. Si amas el mar; el mar que pinto LLuís, te atrapará. Si eres una enamorada de los paisajes, querrás caminar los que él pintó. Hay pasión en sus obras: pasión y amor infinito por un trabajo hecho con la gracia de un maestro de maestros.
Per sempre, Lluís Bargalló.
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